Allá por los años veinte,
cuando el boxeo provocaba furor entre los aficionados cruzó las cuerdas del
ring para colocar un “pollo de raza”: Juan
Dolin, el “león de Rosario de Lerma”. Lo curioso del caso es que a este
Dolin lo presentaron como griego, checoeslovaco y de otras extrañas
nacionalidades, como “persa” por
ejemplo. El sábado 28 de abril de 1923 fue anunciada la pelea en el estadio
Firpo (Córdoba y San Martín): Juan Dolin (78 kilos y 22 años, griego) con
Carlos Iglesias (79 y 25 años, argentino). No hubo resultado publicado. El
mentado Dolin no era otro que Juan
Cvitanic, yugoslavo, que vino desde Iquique
(Chile) a comprar mulas en Salta. “Se ponía un pseudónimo para que sus
patrones chilenos no se enteren de que boxeaba”, contaba su hijo Yosko. Después
se quedó en Salta donde dejó a su descendencia. Cvitanic o Dolin, hacia fines
de la década de 1940, era propietario de la confitería Jockey Bar, en Zuviría
84, además de proseguir con su actividad minera.
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